domingo, 23 de junio de 2013

Entrevista al cardenal Urosa Sabino


El país no acepta ideología impuesta

MARISELA CASTILLO APITZ 

El cardenal Urosa Sabino, el máximo representante de la Iglesia católica en Venezuela, luce optimista con los últimos acercamientos entre el gobierno y la institución que representa. 

Asegura que siempre hay que presumir de la buena voluntad y que el gobierno ha entendido el papel protagónico de la Iglesia en el país. Comenta que no fue a la reunión entre Maduro y el Papa porque no lo invitaron, pero explica que tampoco le correspondía porque no forma parte de la comitiva del gobierno. 

A su juicio, lo más difícil que le ha tocado en los últimos años ha sido defender la educación católica en los colegios y la libertad de expresión. Sin embargo, desea que Nicolás Maduro normalice al país "porque vivimos en una constante agitación política y eso no permite que el país avance, que las familias estén en paz y que los inversionistas inyecten el capital suficiente para impulsar la productividad". 

En cuanto a los temas controversiales como el divorcio, el aborto y los anticonceptivos, la postura es la misma: rechazo absoluto. Para el cardenal Urosa no hay medias tintas en esta discusión. A su juicio, uno de los principales desafíos que tiene la Iglesia es llevar el evangelio de Jesucristo de forma más activa y clara en un contexto donde la santería y brujería están en incremento. Admite una escasez importante de sacerdotes y religiosas en el país debido a una falla en la formación cristiana de las familias. Por eso asegura que la Iglesia debe trabajar en atender esta situación. 

Otra de las áreas donde esta institución debe centrar su atención, a juicio del cardenal Urosa, es en ayudar a la resolución de la crisis política que se vive en Venezuela. Sin embargo, asegura que cree en que hay buenas señales y espera que la visita de Maduro al Papa se concrete en una actitud de revisión en la conducción del país. Espera que haya una actitud de reconciliación y que el gobierno entienda que "Venezuela es un país que no abraza una ideología porque simplemente alguien se lo ordene". 

¿No cree que el Papa se apresuró en reunirse con Nicolás Maduro luego de tener una victoria cuestionada el pasado 14 de abril? 
Hay una tradición de los presidentes latinoamericanos de visitar al santo padre, especialmente los países católicos. El presidente Chávez visitó a Juan Pablo II en dos ocasiones y una a Benedicto XVI, y los presidentes anteriores también lo hicieron. Por otra parte, el santo padre el 21 de abril expresó su interés y preocupación por la situación que se estaba desarrollando en Venezuela a partir de las elecciones del 14 abril. 

En ella el Papa manifestó su deseo de que esta situación se resolviera de manera pacífica y que los responsables encontraran soluciones correctas para los problemas del país. 

Yo creo que esa preocupación y tradición motivaron al presidente Maduro a solicitar la entrevista, y el Papa aceptó porque su misión es de constructor de la paz. En ese carácter el Papa recibió al Presidente, como una contribución a que la vida política, social y económica de Venezuela se desarrolle de forma apacible, serena y democrática. 

¿Cuál cree que sea el impacto de este encuentro? 
Hay dos tipos de impactos: el inmediato y el que se verá a posteriori. En primer lugar fue una entrevista cordial y muy serena. El Papa se permitió, inclusive, hacer unos chistes, porque es muy espontáneo y fueron bromas simpáticas. 

Fue una entrevista en la que hablaron de la situación política, lucha contra la criminalidad, narcotráfico y pobreza. 

El Papa también habló sobre el papel que históricamente la Iglesia ha desempeñado en Venezuela, como constructora de una civilización del amor y su rol en la educación, asistencia sanitaria, ayuda a los pobres y promoción de la paz. Ese encuentro sirvió para darle una oportunidad al diálogo, que es un valor sumamente importante entre los seres humanos. 

En cuanto el impacto que tendrá en el futuro habrá que esperar a que se desarrollen los acontecimientos. Sin embargo, hay aspectos resaltantes como el diálogo entre el gobierno y el Episcopado Venezolano, que son las autoridades legítimas de la Iglesia en el país. Eso me parece muy positivo. 

También habrá que esperar sobre el interés que tiene la Iglesia en que se resuelva de manera positiva la cantidad de presos políticos, las personas que están fuera del país y los que están sometidos a presentación en tribunales. Yo tengo la esperanza de que se den pasos conducentes a un diálogo mucho más sereno. 

¿Es genuino este acercamiento cuando se trata de un gobierno de va
lores comunistas que ha tenido actitudes y acciones anticristianas? 
Hay que presumir siempre de la buena voluntad de las personas, y a mí me parece que en este momento ha habido algunos gestos de esa buena voluntad. Por supuesto que deploro y rechazo todas las agresiones que ha habido en el pasado contra figuras del Episcopado, y espero que cuando nosotros tengamos alguna opinión diversa a la del gobierno no se responda con descalificaciones sino con argumentos. Nosotros no estamos en pugna por el poder, ni tampoco planteamos críticas gratuitas ni denigratorias, solo señalamos algunos aspectos que deben corregirse. 

¿Cuáles son esos aspectos que deben corregirse? 
Creo que tiene que haber una actitud de mayor diálogo con los diversos sectores, tiene que haber una actitud de sujeción en el cumplimiento de la Constitución nacional, sobre todo tiene que haber una actitud de permitir el disentimiento de las opiniones contrarias de los diversos sectores del país, y por supuesto me parece que es importante que no se pretenda llevar al país por una senda del pensamiento único o una construcción del socialismo que no fue aprobado en el referéndum del año 2007. 

Y si eso es así, ¿cómo se dialoga con un gobierno de esas características? 
Se dialoga abiertamente, con respeto y esperando que se escuchen los argumentos propios. Por supuesto teniendo en cuenta la necesidad de ir hacia delante en la búsqueda de una Venezuela pacífica. 

Sin embargo, pareciera que el gobierno dialoga con la Iglesia en Roma, pero no con la venezolana. 

Pero sí lo están haciendo porque ha habido signos en los últimos días. El gobierno comprendió el papel histórico que tiene la Iglesia en Venezuela y aunque tengan una orientación ideológica que nosotros no compartimos, están conscientes de la importancia de la Iglesia en el país. 

¿Cómo está la Iglesia en medio de tanta polarización política? ¿Está unida o fragmentada? 
(Risas) Nosotros estamos como hermanos de todos los venezolanos y yo personalmente insisto en eso cuando hablo con los sacerdotes que viven y trabajan en Caracas. 

Nosotros no podemos tener una actitud de parcialización, ni una actuación de operadores políticos. Tenemos un papel muy importante en esa área y muchas veces es incomprendido porque los radicales de ambos lados quisieran que uno tuviera una actitud complaciente o totalmente antagonista con el otro sector. 

La Iglesia no está dividida. En el Episcopado hay una gran unidad, y aunque hay sacerdotes que tienen una ideología que uno no comparte, pero que se respeta, se les pide que no actúen de una manera parcializada en contra de aquellos que no compartan su simpatía política. 


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